lunes, 18 de junio de 2012

Jon Hijo-De-Quién?

Cuando uno habla de una banda tan esencial para el rock progresivo como lo es Yes tiene la tentación, lógica por otra parte, de centrarse en sus años de máximo esplendor, que resultan ser, cómo no, la sacrosanta década de los setenta.
También podría hablarse con mucho fundamento de su período ochentero, aquel en el que con Trevor Rabin a la guitarra y plantándole cara al castrado Jon Anderson impulsó a la banda hacia un territorio más afín al rock duro melódico y, de paso, su techo comercial con el increíble disco "90125".
Pero fue en la década anterior cuando Yes se codearon con la creme de la creme del rock británico: abarrotaron estadios, publicaron exitosos discos conceptuales dobles, directos triples repletos de lucimiento individual, fueron los primeros en utilizar rayos láser en directo (antes que Pink Floyd) o idearon imaginativos montajes escénicos, con la inestimable ayuda del enorme Roger Dean, en dura competencia con el estudio Hypgnosis.
Fueron teloneados por Queen cuando aún no habían llegado a lo más alto (ni Queen, por supuesto), y llegaron a equipararse a otros gigantes, como Jethro Tull, a los que anteriormente habían teloneado a su vez.
Técnicamente, con la excepción de la Mahavishnu Orchestra, más acorde con el movimiento del jazz rock, representaban el techo  de la escena británica de la época junto a Emerson, Lake & Palmer o Gentle Giant, aunque estos últimos nunca disfrutaron de las mieles del éxito en el modo que Yes lo hizo, y junto a los inevitables Pink Floyd serían la banda más popular del estilo.
Pero Floyd y ELP no son tan representativos de una época. Yes es la banda quintaesencial del rock progresivo si se piensa en sus constantes más evidentes (los citados álbumes conceptuales interminables, la técnica apabullante, las canciones de más de 20 minutos, las letras fantásticas o ininteligibles), por mucho que, desde hace ya muchos años, hayan progresado más bien poco (en ese aspecto tanto King Crimson como Van Der Graaf Generator les echan la pata).
Tenemos, por tanto, lo que su antiguo batería Bill Bruford llamó una "banda museo", algo por otra parte no necesariamente despectivo, sobre todo si pensamos en bandas como los Rolling Stones o AC/DC, que poco o nada ofrecen de nuevo en cada uno de sus tours mundiales.
Sin embargo, el aura de Yes no ha tenido la resistencia de unos Floyd o unos Genesis, y se ha visto debilitada por una incapacidad de conectar con una audiencia más joven al mismo tiempo que retener a todo el pureterío, que en su época los encumbró a lo más alto, pero que hoy ya no está para tanto trote sinfónico y quizá se contenta con escuchar el "Owner Of A Lonely Heart" mientras conduce.
Todo ello nos puede llevar a pensar que estamos ante una banda acabada, y en un sentido quizá sea así, pero lo cierto es que a día de hoy Yes, con todos los cambios de formación que ha tenido (otro causante de desapego tal vez), es perfectamente capaz de facturar un disco tan digno como "Fly From Here" y de hechizar a los asistentes  a sus galas en vivo, algo por otra parte natural cuando una banda cuenta con canciones como "Yours Is No Disgrace", "Roundabout", "Close To The Edge", "The Gates Of Delirium", "Awaken", "Don`t Kill The Whale", "Tempus Fugit" o la citada "Owner...".
Hoy en día ni siquiera tenemos al histórico Jon Anderson en la banda. Anda enfadado con su escudero Chris Squire, por querer salir de gira sin él. Fue sustituido por un tal Benoit David, cantante en una banda tributo a Yes descubierto por Internet (¿a que suena esto a Judas Priest?), que grabó el último y estupendo álbum. Ahora el puesto de cantante ha vuelto a verse afectado, y tenemos a un chico, de aspecto tan inocente como el Anderson de los setenta, llamado Jon Davison, que canta y toca el bajo en una banda con evidentes influencias de Yes llamada Glass Hammer. En el teclado tenemos a un viejo zorro, el ex-Yes y timón de Asia Geoff Downes, que sabe de sobra cómo construir partes de teclado engañosamente simples y siempre elegantes. Sólo estuvo en un disco de Yes, el infravalorado "Drama", pero su labor fue tan excelsa que resulta plenamente justificable su inclusión como miembro histórico de la banda.
En las labores de guitarra, bajo y batería tenemos a los fantásticos Steve Howe (uno de los mejores hachas de la historia del Rock, sin duda), el ya citado Squire y Alan White, respectivamente, que se encargan de dar validez al hecho de que lo que estamos viendo y escuchando es Yes y no el coño de la Bernarda...
Esta entrada no tiene otra intención que reivindicar no sólo el papel clave de Yes en su tiempo, sino la magnificencia que sobre las tablas estos tipos son capaces todavía de mostrar. No os dejéis engañar, Yes siguen siendo un espectáculo de primera fila, y el chico nuevo suena como los ángeles, es decir, como el añorado u olvidado según el caso Jon Anderson. Y si no me creéis, echad un vistazo al enlace que os dejo más abajo, bordando el "Wonderous Stories"...
http://www.youtube.com/watch?v=9h28ndXr1s0

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