sábado, 1 de septiembre de 2012

Busco a María José Rodríguez Saez

Sí, te busco. Te busco porque sigo soñando contigo. Han pasado casi siete años desde que te ví por última vez, desde que hablamos por última vez. Desde que te prometí no volver a molestarte con mis sentimentalismos, mis frases melodramáticas, los hechos que ocurrían en mi vida privada, mis comentarios a destiempo, mal calibrados, sin cálculo racional, mis opiniones acerca de nada.
Te he echado de menos hasta retorcerme, y he llegado a odiarte en algún momento, y aún más me he odiado a mí mismo por no ser la clase de persona que podría llegar a interesarte, o por no tener su aspecto. Estoy de acuerdo en que este tipo de cosas no son sanas, pero no creo estar haciendo nada por alimentar mi estado. HAN PASADO CASI SIETE AÑOS Y SIGO SOÑANDO CONTIGO. ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Cómo puede uno modificar sus sueños? A veces quisiera olvidar todo lo referente a ti, pero eso no dura mucho, porque lo que llegué a sentir por ti ha sido, simple y llanamente, lo mejor que nunca he sentido, el mejor sentimiento que nunca ha albergado esta cabeza, este corazón, este alma.
Recuerdo las genuínas ganas de ser mejor sólo por y para ti. Me sentía tan motivado que me parecía que todo era posible. Después llegó la realidad, claro, y el choque frontal no una, sino dos veces contra ella. Acabé hecho polvo. No tenía ganas de nada. Y yo me lo busqué, claro, por depositar todo mi amor en un sitio equivocado. No digo que no fueras genial, estoy seguro de que lo eres. Sólo digo que seguramente usé tu envoltorio para inventarme a la persona que había dentro, y me enamoré de aquella invención, que como invención mía era perfecta.
¿Cuántas veces nos vimos, en total? ¿Llegaron a ser una docena? Desde aquella fiesta en casa de Isaac, en Nueva Sevilla, hasta el Jackson de la calle Relator. Todos esos momentos tienen una pequeña batería de recuerdos que te conforman, como un puzle de ti. Tengo tu metro setenta y siete de altura, tu predilección por el calzado bajo, tu pelo negro, tu voz grave, tu piel morena, tu nariz, tus labios, tus dientes que a veces sobresalían, tus ojos enormes, tu expresión soñadora, el kilo que decías te sobraba, las chapas de tu chaqueta vaquera, tus aptitudes como nadadora, tu pantaloncitos para correr, la camiseta de los Beatles que te regalé, los grupos indies que te gustaban, tu vaso con granadina, tus bailes locos, que me encantaban, en los pubs de Granada o en la feria de Úbeda, tu expresión severa cuando te dije que me había enamorado de ti, nuestras charlas por teléfono (el único ámbito donde me parecía que funcionábamos), los chicos que te gustaban (no me parecía a ninguno), un concierto de Alan Parsons Project, tus resacas bebiendo agua, tus amigas, mis amigos, un par de trayectos en coche, unas lentejas que estaban (lo siento) horribles, una pizza vegetal a medias en un restaurante de tu pueblo, poco antes de hacerte la pregunta que tenía que hacerte, que tanto te incomodó y que me dejó, desde entonces, literalmente, por los cerros de Úbeda.
Recuerdo que te pregunté si alguna vez te había llegado a gustar, y tú me dijiste que habías llegado a dudarlo, pero que creías que no. No, creías que no.
Yo cerré los ojos un rato más de lo necesario, porque me esforzaba por asimilar algo que aunque ya sospechaba no dejaba de ser doloroso. Cuando abrí los ojos el campo seguía allí, a lo lejos. No se había hecho añicos como yo. Tú tenías prisa por encontrarte con tus amigas, comprensiblemente, e ir a algún sitio. Yo pretexté un sueño ingobernable y me fui a la habitación de mi hostal, para alivio tuyo.
Algo no te convencía, y le pediste a tu amiga Bea que fuera a echar un vistazo. Me encontró vivo, claro.
Aquella noche llegué tarde a la feria, y es que me costó lo mío levantarme de la cama donde esa tarde me había terminado de romper. Me costó horrores, ¿sabe usted?
No quiero que pienses que te odio. Es justamente lo contrario. Y eso es precisamente lo que no termino de entender, ¿sabes? Creo que hay una cosa por ahí fuera, en el mundo, que se llama amor propio, u orgullo, o algo parecido, y por algún motivo en el reparto a mí no me llegó suficiente. Oh, sí, prometí no volver a molestarte con mis tonterías, pero, ¿no debería haber pasado ya página? ¿Puede alguien explicarme por qué esta misma noche he soñado que me encontraba contigo en un país extranjero, en la redacción de un periódico, y de repente todo parecía estar bien, había química entre nosotros y yo me ilusionaba de nuevo?
¿Cuánto tiempo debe pasar para que alguien olvide a alguien que nunca mostró interés por el primer alguien? ¿Por qué cuando suena el despertador sigo en la cama invocándote para que el sueño continúe en vez de despertar sin ti? ¿Por qué cuando ocurre esto me pongo a llorar todavía? ¿No son suficientes siete años?
Eh, no soy un psicópata. Lo he intentado. Conocí a una chica, me fui a vivir con ella varios años, luego rompimos. Conocí a otra, y tampoco ha podido ser. Me he ilusionado de nuevo, me gustan las chicas, se me van los ojos. Pero no puedo olvidarte. No puedo, no sé por qué, pero no lo consigo.
Muchas veces he pensado que es porque el contacto cesó de pronto. Que si hubiera sabido algo de ti aunque fuera de un modo intermitente habría digerido mejor tu presencia en mi cabeza, que esa presencia se habría modificado con la nueva información: María José se ha ido a vivir con un chico a nosedonde, María José está trabajando en un despacho en Bruselas, María José está embarazada, María José es madre de gemelos, se ha cortado el pelo, ha engordado, está triste por algo, es muy feliz junto a, estudia para conseguir aquello, tiene pensado ir a lo otro, ahora está interesada en, se encuentra un poco pachucha por. Pero es que no sé si estás viva o muerta, y en mi cabeza estás interminablemente guapa, soltera e inalcanzable. Para siempre.
¿Lo entiendes? Necesito saber algo de ti. No necesito ni siquiera un encuentro, ni una charla por teléfono. Un correo sería suficiente. Una foto sería un regalo. Aunque un encuentro sería lo mejor. Nunca pude expresarme bien contigo, porque la timidez me vencía, pero quisiera poder hacerte entender lo que fuiste para mí, lo que eres, lo que serás siempre, pero sobre todo me gustaría poder integrarte en mi vida de un modo diferente, asimilarte con tus diferencias adquiridas, con tu nueva situación, tu realidad actual. Y cambiar así la mía, porque parece que no puedo cambiar. Necesito desenamorarme de ti, María José, de una forma efectiva. Conocer a la verdadera María José, no la que vive en mis sueños, para que la sustituya, y yo pueda soñar otras cosas.
Comprendo que esto no te interese, que receles de mis intenciones, que te parezca una responsabilidad injusta, y tienes razón en todo; al fin y al cabo, nunca te resulté interesante, nadie puede asegurar que al verte no me enamore más locamente de ti e intente darte la brasa otra vez, y nadie es responsable de lo que yo sueñe o deje de soñar. Pero recuerdo a una chica con un alto sentido de lo que está bien y lo que está mal, que era capaz de preocuparse un poco por alguien que decía amarla. Siento el chantaje emocional, pero tengo que intentarlo con todo lo que pueda, ¿no?
Bueno, ya está bien por hoy. Voy a dejar aquí abajo un enlace a un blog que tiene mis datos, por si ves esto y te he convencido de algo. Espero que así sea.
http://mariajoserodriguezsaez.blogspot.com.es/
Y espero que no te moleste que haya usado tu nombre. Me pareció lo más fácil.

jueves, 2 de agosto de 2012

Esta noche he vuelto a soñar ¿contigo?

Estaba yo con mi prima Ana y su novio Germán en la mesa de un restaurante, en un sitio como de mar, quizá Málaga, no sé. Hablaríamos de cosas normales en los sueños, supongo. Apuesto a que Germán se metía conmigo por algo relacionado con la música que me gusta, que le parece desfasada (y tiene mucha razón).
En un momento dado mi prima interrumpía la conversación para decirme que creía haber visto a una conocida mía. Yo le preguntaba quién, y ella encontraba cierta dificultad para hacerme recordar alguna anécdota ocurrida en su presencia, algún encuentro casual entre los tres. Cuando finalmente lo recordé, e identifiqué a la chica, caí en la cuenta de que era alguien muy próximo a María José. Entonces le pregunté cuándo la había visto, y ella me respondió que hacía un momento, paseando detrás mío, pues yo estaba de espaldas a la calle. Pregunté entonces si la había visto acompañada, y mi pobre prima respondió que la acompañaba una chica alta y morena.
Me levanté de inmediato y conseguí entonar un "ahora vengo" mientras Ana señalaba con el dedo la dirección y me miraba descompuesta al ver mis prisas. Corrí, mucho. Miraba a un lado y a otro, por si te veía parada en algún escaparate, sentada en un velador, en el interior de alguna tienda. Te confundí con al menos dos chicas. Llegué a la puerta de un hotel, al fondo de un callejón sin salida (¡qué apropiado, no?).
Llamé por teléfono a Ana, para que me diera detalles de tu ropa o de la de tu amiga.
Ahí acabó todo. Me desperté como en tantos otros sueños, con el fastidio de no disponer de un poco más de tiempo para saber de ti. Aunque sólo fuera verte. A veces me cuesta recomponer tu cara. Tengo detalles concretos de tus ojos o tu mandíbula, pero ya no soy capaz de verte en una foto mental al completo. Mi prima Ana, a todo esto, jamás a conocido a ninguna de tus amigas, por lo menos sabiendo que lo era; ni a ti, claro. Soy yo el que lo embrolla todo en mi cabeza, que es incapaz de aceptar el olvido.

lunes, 18 de junio de 2012

The Who?

¿Es The Who la banda más cojonuda de la Gran Bretaña?
Posiblemente. En una entrevista a Brian May, de Queen, realizada hace unos años, declaraba el señor de los rizos ya blancos que su modelo, al menos para lo que es la presentación en directo, eran los Who de marras.
Porque no es que fueran los más intensos de todos, pero sí que fueron los primeros realmente intensos; esa intensidad era algo que convenía mucho a Queen, auténticos magos de las posibilidades del estudio que tenían que apañárselas lo mejor que podían con la técnica disponible en su momento para llevar toda esa complejidad al directo. La solución era conseguir el impacto visceral de los Who, esa sensación de peligro que Pete Townshend conseguía imprimir a cada molinillo que ejecutaba con el brazo, cada salto, cada coro gritado hasta desgañitarse, que Daltrey sacaba a pasear obsesivamente en círculos, que Moon mandaba a tomar por culo con su patada final al su kit de batería. Y lo consiguieron, claro que sí.
Además de esa intensidad rayana en lo zeppeliniano, eran cuatro excelentes cantantes (ahí confieso mi envidia total: John Deacon no entonaba ni a la de tres) y tenían en Pete a un compositor clave en el devenir del Brit Rock, que igual influenció a Queen que a los Sex Pistols. Eso no puede decirlo cualquiera...

Genesis

Genesis es para mí un descubrimiento algo tardío. Por supuesto conocía el vídeo de "Land Of Confusion", que me atormentaba con su temática apocalíptica, aunque ahora lo encuentro bastante cachondo...
Cuando me enteré de que al parecer habían sido uno de los puntales del rock progresivo de los setenta y de que Peter Gabriel (otro habitual de mi infancia televisiva, qué colorines!) flipé bastante, y tuve que investigar... y tanto investigué que, hoy por hoy, han superado en mis preferencias a otras bandas que llegué a considerar insuperables en su momento en el terreno de lo sinfónico: Pink Floyd, Yes o King Crimson.
Y cuando pude comprobar lo buen batería que fue el plomizo de Phil Collins en sus años mozos y no tan mozos... hoy en día llevo los toms sin parche debajo debido a que Collins y Roger Taylor de Queen en algún momento los llevaban así... ¡adoro ese sonido penetrante, directo y setentero de mis toms, coño!
También tengo que decir que el aspecto bucólico y pastoral de la banda, con toda su carga melancólica, flautas, guitarras acústicas de doce cuerdas y coros lánguidos o excéntricos según el caso conforman una de las discografías más especiales de la Historia, y que la etapa sin Gabriel, al menos en sus comienzos, no tuvo nada que envidiar a monstruos como "Nursey Crime" o "The Lamb Lies Down On Broadway", y que los discos más recientes, hasta con Ray Wilson, mantienen un nivel notable y contienen temazos del calibre de "Mama", "Tonight...", "Fading Lights" o "The Dividing Line".
Vamos, una completa gozada.

Led Zeppelin

Led Zeppelin es algo así como la banda más quintaesencialmente genial de la historia del Rock. Confieso que más de una vez he dudado de si eran Queen o ellos mis favoritos, pues es tal el grado de maestría que desplegaron en cada uno de sus discos, y la intensidad de sus conciertos, que es para pensárselo en serio. Tal vez nunca un grupo ha tenido un cúmulo de virtudes tan completo como el que tuvo la banda de Jimmy Page y Robert Plant, pero bueno, esto de los fanatismos es algo difícil de explicar...

Queen

Por si no os habéis dado cuenta, Queen es la banda de mi vida, la que hizo que me comprara una batería con el primer sueldo que gané. Amo a estos cuatro babyboomers por encima de casi cualquier cosa en el planeta. Por tanto, aviso para navegantes: todo aquel que tenga la ocurrencia de poner a parir a la mejor banda de la historia del Rock tendrá que vérselas conmigo...

Yo soy la Morse


¿Es Steve o Neal Morse? 


Desde que Dream Theater decidieron prescindir de los servicios de Mike Portnoy a la batería, la curiosidad generalizada por cada movimiento del rompeparches más emblemático del metal progresivo ha hecho que sus variopintos proyectos tengan una repercusión quizá mayor que la que antes tenían cuando aún estaba en la banda que creó junto a sus colegas en Nueva York, hace ya más de un cuarto de siglo.
Así, la recuperación de la superbanda Transatlantic puede entenderse como un intento de permanecer en la cresta de la ola, tras un dilatado lapsus sin editar material nuevo.
Su colaboración con los heavies Avenged Sevenfold ha sido otro de los caprichos, y más recientemente ha creado otra banda de tintes muy duros junto con el excelente vocalista de Symphony X, Russell Allen, llamada Lynch Mob (mirad su versión del "Mob Rules" de Black Sabbath; es la leche).
Quizá para compensar tanta dureza ha formado con otros ilustres musicazos y un chavalín un tanto anónimo otra banda, más centrada en componer una especie de pop progresivo, con canciones llenas de matices exquisitos pero también accesibles para una audiencia más, digamos, FM. Se llaman Flying Colors.
Los compañeros de Portnoy para esta nueva aventura son tres históricos del rollo más técnico o progresivo de los últimos treinta años y ese chico, llamado Casey McPherson, que tiene una voz encantadora, un poco a medio camino entre los cantantes de Muse y Coldplay, que se encarga en mi opinión de tender puentes hacia un planteamiento más actual de la música creativa y comercial al mismo tiempo.
Los otros tipos son Dave La Rue, bajista de un gusto notable, que se las apaña para dejar claro su talento sin interferir en la labor de los demás (lo que debe hacer un bajista, coño!), y dos nombres de altura: Steve y Neal Morse, que, por si las dudas, no son hermanos.
Steve tiene un currículo impresionante: aparte de artista en solitario, ha sido guitarrista de los increíbles Dixie Dregs (donde también estuvo La Rue, creo), de los Kansas de los ochenta y actualmente no tiene casi nada mejor que hacer que ser el hacha de Deep Purple, nada más y nada menos, donde continúa dando señas de su excelente digitación.
Neal, por su parte, también es artista en solitario, y es más conocido por haber sido el cantante de la primera época de Spock`s Beard (ahora sin el pobre Nick De Virgilio, en el Circo Del Sol), y también miembro de Transatlantic, junto con Portnoy y otros dos nombres fuertes, de Marillion y The Flower Kings.
Juntos conforman un disco que requiere de varias escuchas para ser degustado correctamente, con temas que van desde una concepción del progresivo que los emparenta con Supertramp, con desarrollos que dejan a las claras las credenciales de sus miembros, partes que recuerdan a los Yes más místicos y otras que hacen mover el culo a ritmo de jazz rock marchoso hasta alguna canción de neto hard rock para que Portnoy ponga esas caras de simio que tanto hacen disfrutar a sus fans.
http://flyingcolorsmusic.com/